La startup HOPU, participante en los programas Escalado e Innovapyme, desarrolla soluciones IoT para smart cities y está presente en 25 ciudades europeas

Como startup, HOPU surge en Murcia a finales de 2014. La empresa nace por la necesidad de aplicar resultados de Investigación y Desarrollo en soluciones reales y tangibles, empezando como una idea involucrando a varios amigos, ahora el equipo lo integran ya 23 personas, bueno 27 cuando se produzcan a, comienzos de año, las 4 nuevas incorporaciones previstas. Se trata de adecuar la plantilla al ritmo de crecimiento de la compañía, más de un 30% cada año, lo que les ha permitido cerrar 2019 con una facturación cercana al millón de euros y estar presentes en 25 ciudades europeas.

Pero nos hemos anticipado un poco. Alcanzar las métricas que ahora lucen ha requerido de mucho esfuerzo, de numerosas iteraciones y hasta de un cambio de modelo de negocio. Antonio Jara, actual CEO, es quien nos cuenta la evolución de la compañía.

HOPU (Human Oriented Products for Urbanism) surge como una empresa que quiere poner en valor la tecnología del Internet de las Cosas (IoT) y aportar así soluciones dentro de distintas verticales, pero poniendo siempre a las personas en el centro. Como tal, HOPU se convierte en una empresa tecnológica que diseña, fabrica y comercializa sus propios sensores orientados, entre otros, a las ciudades inteligentes. Capaces de recopilar datos que miden la calidad del aire, la contaminación acústica o la afluencia de gente en puntos determinados, dependía luego de cada cliente la adopción de medidas correctoras conforme a los datos arrojados por los dispositivos.

Así es como funcionó la empresa durante sus primeros años de andadura. No obstante, el paso del tiempo demostró que gran parte de sus clientes no sabían explotar de forma adecuada los datos, tanto en lo que atañe a su interpretación como a la adopción de medidas, muchas veces oportunistas e incongruentes en su conjunto.

El fallo era una pena porque estaba impidiendo a España, como país, beneficiarse de las ayudas europeas destinadas a la sostenibilidad urbana. Es el caso de los Fondos FEDER para su programa denominado Estrategias de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado (EDUSI), de los que España obtuvo un presupuesto cercano a los 1.000 millones de euros -860 según Antonio Jara-a repartir entre aquellos municipios que adoptasen medidas en esta línea. El compromiso nacional es ejecutar ese presupuesto al 100% antes de que finalice el año 2023. A título orientativo, los responsables de Estrategia DUSI recomendaban haber tenido, a día de hoy, al menos el 30% del presupuesto ejecutado, pero la realidad es que solo hemos alcanzado el 8%. De no cumplirse el compromiso adquirido, España no solo tendrá que devolver el dinero, sino también abonar las consecuentes penalizaciones. “No hay dinero gratis”, dice Antonio Jara.

Así las cosas, una empresa como HOPU no podía limitarse a la venta de sensores.

SU PASO POR EIT CLIMATE-KIC

“Teníamos que ir un paso más allá. Hay dinero, hay demanda, hay obligación de afrontar el reto del cambio climático, pero no sabemos cómo hacerlo. Teníamos que ayudar a nuestros clientes a explotar los datos correctamente y orientarles en la adopción de medidas basadas en evidencias”, declara Antonio Jara. La implementación del modelo de negocio ampliándolo con un servicio de consultoría y asesoría era la forma de cerrar el círculo.

Ahora HOPU opera como una plataforma que, además de vender tecnología, propone acciones encaminadas a la sostenibilidad urbana y proporciona a los clientes herramientas que miden con exactitud el resultado de esa inversión. «Les proporcionamos la ayuda que necesitan para obtener esos indicadores que les hacen merecedores de las ayudas comunitarias».

Esto es lo que aprendieron a hacer en la aceleradora de EIT Climate-KIC en España, la iniciativa que impulsa el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) y que ha dado lugar a la creación de una importante Comunidad Europea del conocimiento e innovación (Knowledge Innovation Communitiy) al objeto de acelerar la transición hacia una economía libre de emisiones de carbono.

“Gracias a los mentores de Climate-KIC pudimos hacer la transición al modelo de consultoría sin renunciar por ello a los logros empresariales que ya habíamos conseguido. Nos enseñaron a poner foco”.

HOPU se integra en la aceleradora, con sede nacional en la ciudad de Valencia, a comienzos de 2019. Por el momento, han conseguido superar la fase primera, de tres meses de duración y orientada al diseño de producto, con una ayuda económica de 5.000 euros, y la fase segunda, de seis meses y enfocada al escalado, con una ayuda de 15.000 euros. Falta ahora saber si logran acceder a la tercera y última fase de 9 meses más de cara a los inversores con una ayuda de 40.000 euros.

“Siempre sin equity”, subraya Jara quien, además del impulso financiero, resalta otras virtudes de su paso por el programa de la aceleradora: “un ecosistema europeo muy enriquecedor, una formación y seguimiento estrecho por parte de mentores muy experimentados y la oportunidad de validar el producto en el mundo real a través del concepto del deep demonstrators, gracias a su colaboración con partners de altura”.

LOS HITOS PRINCIPALES

De esta forma es como HOPU se ha convertido en una empresa que, además de comercializar sensores de IoT, ayuda a sus clientes a sacar provecho a esos datos proponiéndoles medidas a adoptar basadas en evidencias. En total son 25 los Ayuntamientos que forman ya parte de su lista de clientes, la mayoría en España, pero operan también en algunas ciudades belgas, Finlandia, Reino Unido y Alemania, entre otros.

Entre sus logros destacan haber ganado un concurso para formar parte del proyecto de Madrid Central, ahora rebautizado por la nueva corporación como Madrid 360. La empresa ha recibido también numerosos galardones y ha sido reconocida por el Ministerio de Economía y Competitividad de España como una PYME innovadora.

Y aunque Jara no rehúsa del calificativo ‘innovador’ insiste también en recordar que no todo es cuestión de tecnología ni de ideas locas que hacen felices a quienes las conciben, pero sin eficacia contrastada. “La forma de combatir la contaminación en las ciudades solo tiene dos caminos: reducir las emisiones o aumentar los absorbentes. En esta última categoría está claro que lo mejor es algo tan sencillo como aumentar el arbolado y las plantas. Más creativos podemos ser en cuanto a la reducción de emisiones, pero sin olvidar las premisas, a mi entender, básicas: involucrar a los ciudadanos y a los tomadores de decisiones, tener una visión holística y a largo plazo de las medidas que se adoptan y, desde luego, demostrar que funcionan. Esto no es una cuestión de ideas felices, es cuestión de hacer cosas que funcionen. Por ahí van los tiros ”, concluye.

Reportaje publicado por la Revista Emprendedores.